Mi tierra, la que prefiero,
la que piso cada día
con nieve, con lluvia, o hielo,
a veces árida, arisca,
cariñosa al mismo tiempo,
vigorosa, mortecina…
Tierra en la que prevalezco,
aunque a veces huiría
por un frío tan intenso,
que en invierno se eterniza.
Otras veces la añoranza,
tierra seca y quebradiza,
me retrotáe con furia
a mi punto de partida,
que si estoy lejos de tí
la nostalgia se agudiza.
Y hasta cuento mis pisadas,
deambulantes e indecisas
que se aferran a recuerdos
y me llenan de alegría
al pensar, que ya en la meta
hallaré tu compañía.
¿ El cemento ?, ¿ la baldosa ?…
bueno..pero te querría
por ancestros, natural,
noble, y a la defensiva,
guerrillera y luchadora,
que la tierra de Castilla
siempre está muy orgullosa
de su esencia primitiva.
Tus trigales, tus llanuras,
los grillos, las lagartijas,
esos limpios arroyuelos
que por la tierra se filtran,
que nutren nuestros sembrados
y que la siega y la trilla
recompensan el esfuerzo
al sentirse agradecidas.
Quiero seguir en tu suelo.
Pon una valla en mi huída
si pretendo alguna vez
– por destino de la vida –
cambiarte por otros lares.
Pero tú sigue tranquila,
porque siempre se regresa
a los brazos que cobijan.