Por M.J. SALVADOR
ZAMORA
Los pueblos en Zamora se van convirtiendo día a día en un lugar sin gentes, sin habitantes, pero esto no solo ocurre en nuestra provincia sino que es extrapolable a cualquier lugar de la España vaciada en la que podamos pensar. Mientras esto ocurre, los cada vez menos vecinos de cada lugar, tienen que seguir sobreviviendo en sus zonas de residencia y “tirando” para adelante. Pero esto se transforma de manera especial en los meses de verano cuando las localidades, que durante todo el año se mantienen medio vacías, en julio y agosto se llenan de lugareños y visitantes que acuden de nuevo a sus lugares de nacimiento para pasar el verano.
Esto ocurre, por ejemplo, en la localidad zamorana de Manganeses de la Lampreana en la que durante el año viven alrededor de unos 400 vecinos pero que su número de vecinos se triplica en julio y agosto.




Como en la mayoría de los municipios zamoranos y según los datos que refleja el Instituto Nacional de Estadística (INE) tan solo 24 de los 420 pueblos que tiene esta provincia supera los 500 habitantes. Esto quiere decir que no es ni un 5 por ciento del total, y muchos se encuentran ubicados en el entorno de la capital o de Benavente. En el resto de la provincia, hay grandes extensiones de terreno sin puntos de referencia vigorosos. En estos pueblos viven personas que en la mayoría de los casos son mayores que o bien viven solos porque todavía pueden o cuentan con ayuda. El año pasado Zamora tenía una población de 167.215 habitantes. Era la sexta provincia menos poblada de España. Eso significa que si cada vez viven menos personas en los pueblos, los servicios que cuentan disminuyen porque no es rentable la actividad que pueda haber en ellos.
Ante este panorama que se agrava cada año más, hay localidades, como es el caso de Manganeses de la Lampreana, que cuentan todavía con servicios que hacen la vida algo menos complicada a sus mayores. Pese a la gran población con que contó en su momento este pequeño municipio de la comarca de Tierra de Campos con casi 2.000 habitantes en los años 40 del siglo pasado en la actualidad apenas quedan unos 480 vecinos censados (entre los que se incluye la población de Riego del Camino porque es pedanía de Manganeses). En sus mejores momentos, este pueblo zamorano tuvo varias fábricas, comercios, panaderías e incluso llegaron a celebrarse ferias ganaderas los 28 de cada mes a las que acudían muchas personas. Un pueblo eminentemente agrícola y ganadero que vio cómo muchos de sus vecinos en los años 60 y 70 del siglo XX emigraron hacia el norte de España buscando su sustento de pan o hacia otras capitales más grandes como Madrid o Barcelona dejando atrás las vivencias y las añoranzas del pequeño pueblo que vivió la emigración como muchos otros de la Península Ibérica.
Otro de los aspectos importantes de este municipio es que contó con la vía de ferrocarril ‘Ruta de la Plata’, por la que pasaba el tren que iba de Plasencia hacia Astorga y que unía muchos municipios de la provincia a los que les daba vida. Esto empezó a derivar hacia un declive sin retorno cuando en los años 80 todo el Gobierno de Felipe González cerró esta infraestructura dejando “muertas” a todas estas localidades.
Más de 60 años juntos viviendo en el pueblo. En la actualidad, el pueblo cuenta con muchos vecinos, en su mayoría mayores, que han pasado toda su vida en este municipio. Es el caso del matrimonio formado por Vicente Bueno y Brígida Salvador, ambos forman pareja desde hace más de 60 años. Toda una vida en el pueblo. Él fue agricultor y ganadero en sus comienzos y ella ama de casa, profesión que compaginaba con el cuidado de sus cinco hijos y con las tareas de ayuda a su esposo en el campo. Años difíciles que han sabido capear a lo largo de toda su vida con sus momentos buenos y también malos como la mayoría de las personas.
Los dos, con 90 años, todavía pueden vivir en el pueblo que les vio nacer ya que cuentan con la asistencia de una trabajadora del servicio de ayuda a domicilio que diariamente acude a su casa para realizar las tareas de limpieza. La Diputación de Zamora ofrece al igual que la Junta de Castilla y León una atención a las personas que, por razones de edad, como es este caso, precisan la atención de cuidadoras para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Esto es algo necesario en los pueblos.
Por otra parte, uno de los servicios que ofrece el Ayuntamiento de la localidad es el comedor social que gracias al apoyo de la Diputación se creó en 2008. Este fue un proyecto que supuso un avance en la calidad de vida de las personas mayores mejorando notablemente su alimentación, además de servir para ampliar la relación social entre los vecinos. A este comedor acuden diariamente muchas personas, entre ellas Vicente y Brígida. En realidad, van a buscar la comida que se hace en estas instalaciones. Un menú diario que cambia y que está supervisado por el médico de la localidad para que las personas que hacen uso de el puedan disfrutar de una dieta rica y variada. En el verano hay también personas que hacen uso de este servicio porque, a parte de no ser muy caro, es algo muy asequible y cómodo para las personas mayores.
Como en otros pueblos de los alrededores el servicio sanitario es fundamental. Cada tres días un médico y un enfermero pasan consulta en la localidad. No hay servicio de Urgencias porque se encuentra en otro lugar a unos ocho kilómetros de Manganeses. De momento, no hay problemas pero sí que es necesario que todas las localidades tuvieran la oportunidad de contar con profesionales de la medicina para facilitar la vida de las personas que residen en los pueblos.
Vicente y Brígida aseguran que “es fundamental que tengamos un médico y un enfermero que, aunque no están todos los días pasando consulta, al menos sabemos que podemos contar con ellos”.
De igual manera ocurre con otros vecinos que se encuentran viviendo en el pueblo durante el verano. Es el caso de Josefa Martín y Manuel Salvador. Ellos no viven durante todo el año en Manganeses aunque si son vecinos de la localidad. En su día tuvieron que emigrar como tantas otras personas del pueblo y durante los meses de julio y agosto les gusta acudir a su lugar de nacimiento acompañados de sus hijos, como es el caso de Manuel o solos como es el caso de Josefa.
Precisamente está última vecina que reside habitualmente en Bilbao echa de menos del pueblo “la gente que había por todas las calles. Todas las casas estaban abiertas. Ahora da un poco de pena porque hay muchas cerradas”.
Ella es una de las personas que en los últimos 40 años, y tiene 88, ha ido al pueblo para “veranear” y recordar los buenos ratos y momentos que ha vivido allí. “La pena que me da ahora cuando llego a Manganeses es que cada vez falta más gente de la que yo conocía”.
De momento, el pueblo cuenta con un cura nuevo que puede dar misa un par de días a la semana pero como ocurre en el resto de municipios de la provincia tiene que compaginarlo con otras misas que tiene que realizar en otras ocho localidades.
Lo cierto es que la vida en el pueblo no se puede comparar al ajetreo diario que tiene la ciudad, si tan solo se dotara a todos los municipios con servicios esenciales muchas personas se pensa- rían volver a su lugar de nacimiento y se hablaría menos de la España Vaciada y más de la España ‘Llena’.
