POR Mª JESÚS PRIETO VILLARINO
lIC. FILOSOFÍA
«Las imágenes que vemos en los medios consiguen que lo que se representa nos resulte familiar y, por tanto, normal. Los medios de comunicación evitan mostrar a las personas que no son jóvenes, blancas y delgadas. […] Si en los medios nunca vemos vello corporal, arrugas, celulitis, lorzas, calvas o manchas, cuando lo veamos en la realidad lo consideraremos una anomalía. […] Lo natural y lo diverso debería ser lo normal y, sin embargo, a la industria de la belleza le vienen fenomenal construir una idea de normalidad única y difícil de alcanzar para que compremos toda clase de productos que disimulen nuestros supuestos defectos…»
Todas las mujeres -de cualquier edad-, hemos sentido las consecuencias dañinas de la unificación de nuestros cuerpos representados exclusivamente en cuerpos jóvenes ya sea en revistas, modelaje, publicidad, cine, TV y un largo etcétera.
La queja no es nueva. En el año 1975, Susan Sontag describía en “De las mujeres”, el doble canon edadista que censura a las mujeres con especial severidad, porque identifica su belleza con la juventud, y convierte el envejecimiento femenino en una tragedia que obliga a frenar todos cambios naturales mediante cirugías, cremas, medicamentos, sacrificios…
Llega el buen tiempo. Este texto es solo para animar a disfrutar de la ropa cómoda, escotada y fresca, a permitir el regocijo de un cuerpo que envejece naturalmente y siempre es bello. Los medios de comunicación, como la industria de la belleza, obtendrán pingües beneficios a costa de nuestra autoestima, pero se equivocan, porque cada día haremos menos caso a quien nos maltrata así. Se quedarán sin lectoras, sin audiencia… Y sin beneficios.
