Los farmacéuticos de Valladolid ‘recetan’ compañía gratis contra la soledad

MAR PELÁEZ
VALLADOLID

Cada tarde, una mujer mayor se sienta junto a la ventana de su hogar vallisoletano, observando la calle sin atreverse a salir. Desde que perdió a su marido, las caminatas que solía realizar se han vuelto solitarias y, poco a poco, ha dejado de hacerlas. Un día, al recoger la medicación, su farmacéutico de confianza le entregó un folleto: “Si necesitas compañía para dar un paseo, si quieres charlar con alguien, si te apetece compartir un rato… Llámanos”.

Al otro lado de Valladolid, una mujer recién jubilada siente que los días pasan sin más, sin una ocupación que le motive, hasta que ve en la farmacia un folleto con un sugerente mensaje: “¡Acompáñales! Regálales tu tiempo”. Lo que ninguna sabía en ese momento era que una simple llamada por teléfono podía ponerlas en contacto y que iban a crear un vínculo casi familiar que ha cambiado sus realidades. 

Hace ocho meses, el Colegio de Farmacéuticos de Valladolid y la ONG Cosocial firmaron un protocolo de colaboración para conectar personas que se sienten solas y precisen compañía, especialmente mayores, con una red de más de 200 voluntarios –“y creciendo”-, dispuestos a ofrecerles su tiempo libre. Desde entonces, las 162 farmacias de la capital difunden la existencia del proyecto ‘Contigo’; un programa gratuito que nace para acompañar a una persona, ya sea de forma puntual o programada, a dar un paseo, ir al médico, tomar un café o simplemente charlar e incluso jugar una partida de ajedrez o de cartas.

“No se trata de asistencia sanitaria ni de cubrir necesidades de limpieza, de alimentación o de cuidados. Se trata de un acompañamiento a medida para paliar la soledad no deseada”, aclara el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Valladolid, Rafael Martínez Olmedo, quien detalla que pueden utilizar este recurso personas que viven en sus domicilios, pero también quienes residen en centros y quieren, por ejemplo, darse un paseo por los alrededores de la residencia o regresar por un rato a su casa.

FARMACEUTICA CARMEN RIVERA. Foto: M. P.

¿Y por qué están esos folletos en una farmacia? Porque el farmacéutico es un agente clave en la detección de casos de soledad y abandono. Día a día, se gana la confianza de la persona mayor que acude reiteradamente a su oficina para retirar la medicación. “Los conocemos por su nombre y apellidos, sabemos su historia, ellos mismos nos la cuentan, y no hace falta que nos digan que se sienten solos por la razón que sea, lo vemos”, señala Martínez Olmedo. Es entonces cuando, “con sutileza y mucho cariño”, por aquello de que “no siempre es agradable que alguien externo te haga ver que necesitas ayuda”, farmacéuticos como Carmen Rivera, titular de la farmacia de la Plaza Cruz Verde, les informan de que existe en la ciudad “un programa gratuito de acompañamiento por parte de voluntarios y que, para formar parte de él, solo tienen que llamar al teléfono de Cosocial, exponer su caso y plantear sus necesidades”. 

“Quizás ni siquiera son conscientes de que tienen un problema de soledad” y “muchos creen que este tipo de ayuda tiene un coste asociado que no se pueden permitir”, expone Rivera, quien ya ha derivado a este programa a dos vallisoletanos susceptibles de que esta alternativa les podía ser de gran utilidad”. Como también puede resultar útil para todas esas personas que sienten el ‘vértigo’ de la jubilación y “no saben a qué dedicar su tiempo libre”, apostilla el presidente del Colegio de Farmacéuticos, que no duda en recomendar a sus clientes a esta ONG.

El proceso “es sencillo”. La presidenta del Banco de Voluntarios (Cosocial), Marina Fernández Salvador, explica que una vez que la persona que demanda acompañamiento marca el número de teléfono solo tiene que contar su situación, sus necesidades y detallar sus preferencias -si solo precisa un acompañamiento puntual o más duradero en el tiempo, y si se inclina porque el acompañamiento lo realice un hombre o una mujer, una persona joven o mayor…-.  

En el caso de los futuros voluntarios, se analiza su disponibilidad de horarios, sus motivaciones y el perfil de persona con la que se sentirían más cómodos acompañando.

Y es que, como comenta la presidenta del Banco de Voluntarios, no se trata de asignar voluntarios al azar, sino de generar una conexión entre ellos que favorezca una relación de confianza mutua y duradera, que enriquezca a ambas partes. 

Para que el ‘emparejamiento’ sea un éxito, Cosocial realiza “un cribado” de acompañantes y acompañados. La razón, según manifiesta Fernández Salvador, es que “no todos están preparados o capacitados para acompañar a cualquier persona” y que en ocasiones “bajo esa sensación de soledad lo que subyace realmente son necesidades mucho más específicas que excede a la finalidad de este programa de acompañamiento”. En estos casos se le plantea que “lo mejor es que acuda a su médico de familia para que reciba los cuidados profesionales que requiere”.

El siguiente paso es programar una primera visita del voluntario asignado, supervisada por el equipo de Cosocial, en el domicilio del demandante del servicio. En esta cita, que suele prolongarse “más allá de dos horas”, ambos se conocen y comprueban si son compatibles. 

Si todo fluye, dan su consentimiento y acuerdan ya el día de la semana, la hora, la frecuencia de los encuentros e incluso qué actividades realizarán en las siguientes ‘quedadas’ programadas. 

Algunos prefieren salir a pasear, otros que les lean un libro, unos que los acompañen a misa, pero “todos quieren compañía y desahogarse”, apunta la presidenta de la ONG, quien recalca que la clave está en que el acompañamiento se adapta como un guante. Y, a tenor de los datos, el programa está funcionando. 

FARMACIA PLAZA CRUZ VERDE. Foto: Mar Pelaez

El Banco de Voluntarios acompaña ya 85 de personas mayores en Valladolid  

Si en junio de 2024, cuando el Colegio de Farmacéuticos de Valladolid firmó el convenio con Cosocial, el número de voluntarios ascendía a 45, hoy ya son 85 los activos que tienen asignados a una persona, “y se ha llegado a tener hasta 105”, apostilla Fernández Salvador. Buena parte de este incremento, alrededor del 20 por ciento, se debe al acuerdo con los farmacéuticos, pero también al “boca-oído” y a que la ONG colabora, entre otras instituciones, con los trabajadores sociales de los centros de salud de Circular y Rondilla, que les derivan casos. 

Estos 85 voluntarios “son los que más se implican”, si bien Cosocial tiene, además, una base de voluntarios de más de 200 personas dispuestas a atender la llamada puntual de una persona que necesita que un día en concreto se le acompañe a hacerse unos análisis, realizar alguna gestión o simplemente ir a la peluquería. “Ahora mismo estamos prestando 70 servicios de este tipo”, indica la presidenta de esta ONG que surgió hace ya tres años.

No hay un perfil único entre los voluntarios en esta organización. Aunque el grueso son personas en paro y sobre todo mayores jubilados, el grupo también se nutre en un 20% de gente joven, mayoritariamente estudiantes de Medicina, Enfermería, Graduado Social, que ‘regalan’ un par de horas de su tiempo de ocio para dedicarlas a una persona mayor.  Los beneficios son mutuos: quienes reciben la compañía recuperan la ilusión y el contacto social, mientras que los voluntarios desarrollan una experiencia enriquecedora que les permite crear un vínculo humano que trasciende generaciones.  

Fernández Salvador, mirando de reojo la pirámide poblacional de Castilla y León, lo tiene claro: “Tenemos que concienciarnos de que el día de mañana, antes o después, queramos o no, todos nosotros vamos a estar solos y, por ello, tenemos que construir ciudades solidarias”. A estas palabras, Martínez Olmedo apostilla: “Hay que ser conscientes de que a este nivel de acompañamiento no llegan las administraciones y que somos los propios ciudadanos los que tenemos que sacarnos las castañas del fuego”.  

El programa, aunque centrado en Valladolid capital, tiene vocación de llegar al medio rural. “Nos han preguntado desde Medina del Campo si podría llevarse allí. Todo es empezar”, concluyen al unísono. 


“El mejor regalo es que me digan que he cambiado la vida a su madre”

Cristina y Toñi. Toñi y Cristina. La edad las separa, pero juntas forman un tándem perfecto todos los jueves a partir de las 17:00 horas, ya sea alrededor de un café, paseando por la calle o en casa. Han creado un vínculo irrompible que se prolonga. Cristina quería ser voluntaria, pero no sabía cómo empezar. Un día, durante una campaña de recogida de alimentos, descubrió la existencia del Banco de Voluntarios y, sin dudarlo, inició su labor de acompañamiento contra la soledad.
Toñi fue la primera persona a la que acompañó y, desde el primer instante, surgió un lazo especial. “Conectamos desde el primer momento, fue increíble, un auténtico regalo”, recuerda Cristina. Aunque para ella, el mayor regalo ha sido escuchar a las hijas de Toñi decirle: “Has cambiado la vida de mi madre”.
Cada semana, su relación se fortalece. Y Toñi, con una sola frase, resume lo que significa esta voluntaria en su vida: “No me dejes nunca, Cristina”.

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