Un cuarto de la población española continúa en riesgo de pobreza o exclusión
España mantiene 12,5 millones de personas en riesgo de pobreza o exclusión social, según el 15º Informe sobre el Estado de la Pobreza presentado por EAPN España. La tasa AROPE (At Risk of Poverty or Social Exclusion) se sitúa en el 25,8% de la población, el dato más bajo desde la reforma metodológica de 2014, pero aún lejos de los objetivos marcados en la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
El descenso de 0,7 puntos porcentuales respecto al año anterior confirma una tendencia de ligera mejora tras los impactos de la crisis sanitaria y la inflación. No obstante, los niveles actuales siguen superando los existentes antes de la crisis financiera de 2008, cuando la tasa AROPE se situaba en el 23,8%.
La pobreza se reduce en extensión, pero aumenta en intensidad
El informe destaca que, aunque ha descendido el número total de personas afectadas, la intensidad de la pobreza se ha incrementado. La brecha de pobreza, que mide la distancia media entre los ingresos de las personas pobres y el umbral de pobreza, ha vuelto a aumentar hasta el 27,9%. Este repunte implica que quienes permanecen en situación de pobreza se encuentran más alejados de los ingresos mínimos necesarios para salir de ella.
Paralelamente, la pobreza severa, definida como vivir con ingresos inferiores al 40% de la mediana, afecta al 8,4% de la población, lo que representa a más de cuatro millones de personas. Esta cifra se mantiene estable respecto al año anterior, a pesar de la reducción general de la pobreza monetaria.
Las mujeres, los niños y las personas extranjeras, los colectivos más afectados
La pobreza y la exclusión social afectan de forma desigual a distintos grupos de población. La tasa AROPE femenina alcanza el 26,8%, dos puntos más que la masculina (24,8%), una diferencia que persiste de forma estructural.
Por grupos de edad, los menores de 18 años continúan siendo el colectivo más vulnerable, con una tasa AROPE del 34,6%, lo que supone que uno de cada tres niños y adolescentes vive en riesgo de pobreza o exclusión social. La pobreza infantil permanece en niveles similares a los peores momentos de la crisis financiera, sin mostrar signos de mejora significativa.
La situación también es especialmente grave entre la población de origen extracomunitario, cuya tasa AROPE alcanza el 54,1%. Entre quienes han obtenido la nacionalidad española, el riesgo se reduce al 36,8%, pero sigue duplicando el de la población nacional de origen.
Los hogares monoparentales y numerosos concentran las tasas más altas
El tipo de hogar es un factor determinante. La tasa AROPE de los hogares monoparentales alcanza el 50,3%, lo que supone que la mitad de estas familias se encuentra en situación de vulnerabilidad. Les siguen los hogares numerosos, con una tasa cercana al 49%, y las personas que viven solas, cuya incidencia es del 31,4%.
En el extremo contrario se sitúan los hogares formados por dos adultos sin hijos (19,4%) y los hogares compartidos entre varios adultos sin menores a cargo (16,8%), que presentan las tasas más bajas de pobreza y exclusión.
Tener empleo ya no garantiza salir de la pobreza
El empleo sigue funcionando como factor de protección parcial, pero insuficiente. El 16,2% de las personas con empleo se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión. Esta cifra apenas ha variado en la última década, a pesar del crecimiento del empleo registrado en los últimos años.
Por el contrario, la población desempleada presenta una tasa AROPE del 55,4%, situándose como el grupo más afectado en función de la actividad laboral. Esta situación refleja los límites del sistema de protección por desempleo para evitar situaciones de pobreza severa.
La educación sigue marcando diferencias claras
El nivel educativo continúa mostrando una correlación directa con el riesgo de pobreza. Entre quienes no han completado la educación secundaria, la tasa de pobreza monetaria es del 28,2%, frente al 22,8% de quienes poseen la Educación Secundaria Obligatoria. En los niveles educativos medios y superiores, la incidencia desciende hasta el 12-15%.
Estas diferencias evidencian el papel de la formación como barrera de protección frente a la pobreza, aunque el informe señala que la mejora reciente ha beneficiado principalmente a los grupos con menor nivel educativo.
El Estado de Bienestar evita una expansión mucho mayor de la pobreza
El papel del Estado de Bienestar ha resultado determinante. Según los cálculos de EAPN, sin ningún tipo de transferencia pública la pobreza afectaría a cerca del 42% de la población. Las pensiones contributivas son la herramienta más eficaz, reduciendo la pobreza en más de 16 puntos porcentuales.
Las transferencias no contributivas, como el Ingreso Mínimo Vital y otras prestaciones, reducen la tasa de pobreza en 6,3 puntos adicionales. Este efecto ha mejorado ligeramente respecto a años anteriores, aunque sigue siendo menor que antes de 2013, cuando las transferencias reducían la pobreza hasta en 9 puntos.
En el caso de la pobreza infantil, las transferencias sociales evitan que cerca de 590.000 menores caigan en la pobreza, reduciendo la tasa en 7,4 puntos.
La vivienda, un factor que agrava las dificultades económicas
El coste de la vivienda se ha consolidado como uno de los principales factores de tensión económica en los hogares vulnerables. El 30% de las personas en pobreza destina más del 40% de sus ingresos al pago de la vivienda y los suministros.
Esta sobrecarga afecta especialmente a quienes viven en régimen de alquiler, que destinan de media el 54,4% de sus ingresos a este fin, frente al 27,9% que dedican quienes residen en viviendas de propiedad.
El encarecimiento continuado del alquiler ha elevado el esfuerzo económico incluso por encima de las hipotecas, cuyas cuotas han vuelto a crecer en 2024 tras varios años de estabilidad. Las dificultades de acceso a una vivienda adecuada y asequible limitan la capacidad de los hogares de menores ingresos para mejorar su situación económica.
Discapacidad y pobreza: un riesgo persistente
Las personas con discapacidad presentan tasas de pobreza sistemáticamente superiores a la media. El 22% de las personas con discapacidad se encuentra en riesgo de pobreza después de aplicar todas las transferencias públicas. Sin estas ayudas, la tasa ascendería al 63,3%.
A pesar del efecto corrector de las pensiones y las ayudas específicas, las personas con discapacidad afrontan dificultades añadidas para acceder al empleo y cubrir los gastos derivados de su situación, lo que contribuye a la persistencia de la pobreza en este colectivo.
La Agenda 2030, cada vez más lejos
El informe de EAPN concluye que España se encuentra aún lejos de alcanzar los compromisos adquiridos en la Agenda 2030. Para cumplir los objetivos de reducción de la pobreza a la mitad respecto a los niveles de 2015, sería necesario reducir en 10,8 puntos la tasa AROPE actual, en 8,4 puntos la pobreza monetaria y en 2,4 puntos la pobreza severa.
El ritmo de descenso registrado en los últimos años resulta insuficiente para alcanzar las metas dentro del plazo establecido, por lo que el informe insiste en la necesidad de reforzar las políticas de protección social, la inversión en vivienda asequible y el apoyo específico a los grupos más vulnerables.
