ESTHER DUQUE
PALENCIA
Las plazas de Villasinta de Torío, Robledo de Torío, Villanueva del Árbol, Garrafe de Torío, San Feliz y Pedrún de Torío se han convertido este verano en escenarios donde igualdad, saberes comunitarios y patrimonio lúdico han convergido. Dos intervenciones impulsadas por estudiantes de la Universidad de León, bajo el paraguas del Programa Ralbal 2025, han demostrado que los pequeños núcleos pueden transformarse en focos de dinamismo social cuando la acción parte del conocimiento local y de la implicación directa de sus habitantes.
La iniciativa diseñada por la Universidad de León y respaldado por la Fundación Banco Sabadell, se ha afianzado como una herramienta que facilita a su alumnado el desarrollo de proyectos de revitalización territorial. La edición actual ha puesto de relieve que la acción comunitaria, cuando se cimenta en la participación ciudadana y en la herencia cultural de varias generaciones, puede tejer redes sólidas y reactivar la vida de enclaves afectados por la despoblación.

Una escuela por la igualdad
En el municipio de Villaquilambre, la estudiante de Educación Social Paula Rodríguez Laballós ha puesto en marcha la Escuela itinerante de igualdad, que ha recorrido durante julio y agosto Villasinta, Robledo y Villanueva del Árbol. La génesis de la iniciativa se ha producido durante su periodo de prácticas en el Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer e Igualdad (CIAMI), donde ha constatado la escasa presencia femenina en la vida comunitaria de las localidades más pequeñas.
“La igualdad tiene que llegar donde no llega por sí sola. La escuela itinerante es un medio para llevar la reflexión, el juego y la memoria de las mujeres hasta los pueblos, sin que nadie tenga que desplazarse”, ha expresado Rodríguez, recordando que las limitaciones de movilidad condicionan la participación en espacios formativos y culturales.
Su propuesta ha combinado la reescritura de cuentos desde una óptica feminista, sesiones de costura, encuentros gastronómicos, recopilación de relatos de vida de mujeres y creación de murales colectivos. Cada recorrido ha culminado con una representación teatral comunitaria en la que los textos reelaborados han cobrado vida. Como hilo conductor, se ha recuperado la figura de Ende, monja y artista del siglo X que ha firmado sus obras miniadas, un gesto excepcional en una época que relegaba la autoría femenina al anonimato.

Memoria oral y archivo colectivo
El plan de trabajo no se ha limitado a los encuentros presenciales. Rodríguez ha recogido testimonios, recetas y costumbres narradas por mujeres mayores, con el objetivo de incorporarlos a un archivo documental abierto a toda la comunidad. “Uno de los pilares de la experiencia ha sido recuperar y reconocer los saberes y vivencias de nuestras personas mayores, sobre todo de las mujeres del pueblo. Ellas han contado sus historias de vida, sus recetas, sus costumbres, para que todo ese conocimiento no se pierda y pueda ser una fuente de aprendizaje para las nuevas generaciones y, posteriormente, yo las he recogido en un documento para que puedan acceder todos los habitantes del pueblo”, ha relatado.
Este planteamiento se ha alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 3, 4 y 5, y ha evidenciado que la transmisión intergeneracional es una herramienta esencial para reforzar la identidad colectiva.
Talleres que cambian relatos y roles
En el taller infantil Haciendo visible lo invisible, los participantes han conocido historias de mujeres cuyas contribuciones han quedado al margen de los manuales. El cuento Las gafas violetas, creado expresamente para la ocasión, ha servido como recurso pedagógico.
La reinterpretación de cuentos como Caperucita Roja o La Bella Durmiente ha permitido desmontar estereotipos y replantear roles de género. Paralelamente, las sesiones de costura y cocina se han convertido en foros de intercambio intergeneracional. Los murales colectivos, concebidos como legado visual, han permanecido en cada localidad. La colaboración con la asociación Zardinas de mujeres emprendedoras ha añadido un mercado itinerante que ha visibilizado la producción artesanal femenina.
Del corro al archivo
En Garrafe de Torío, la estudiante de Educación Infantil Laura Sánchez Alba ha desarrollado Al corro de la tradición, una experiencia que ha convertido el antiguo cuartel —hoy Edificio de Usos Múltiples— en un punto de encuentro semanal entre generaciones.
La iniciativa, orientada a niños de 3 a 7 años acompañados por un adulto y a personas mayores de 60, ha sido gratuita y con aforo limitado. Aunque inicialmente se había planteado solo para Garrafe, la demanda vecinal ha extendido las sesiones a San Feliz y Pedrún de Torío.
“Hemos recuperado juegos, canciones y juguetes de antaño, y hemos fortalecido los lazos entre generaciones, aprovechando el conocimiento y la experiencia de los mayores y el entusiasmo natural de los más pequeños”, ha manifestado Sánchez Alba.
Las reuniones han rescatado dinámicas como La gallinita ciega, El escondite inglés o Antón Pirulero, junto a actividades de recopilación de memorias y fotografías para un libro colectivo que ha quedado como registro patrimonial.El calendario ha incluido narraciones de leyendas locales, talleres culinarios con recetas tradicionales, sesiones de música y baile que han abarcado desde danzas ancestrales hasta cancioncillas infantiles, y rutas guiadas por enclaves que los mayores han identificado como significativos de su infancia.
La experiencia ha incorporado dimensiones transversales de los ODS, fomentando la igualdad de género, el bienestar emocional y la conservación de los entornos naturales, al desarrollarse en espacios comunitarios y al aire libre.
Un modelo de cocreación
Ambas experiencias han compartido un patrón metodológico basado en la colaboración entre tutores universitarios y responsables institucionales locales. Esta estructura ha permitido que las acciones se integren en la vida de cada municipio y se adapten a sus particularidades.
El RALBAR se ha consolidado como un laboratorio de innovación social universitaria, capaz de generar iniciativas replicables en otras zonas afectadas por despoblación y envejecimiento. Ediciones previas han demostrado que, incluso con recursos limitados, la combinación de creatividad, método y compromiso produce transformaciones duraderas.
Las intervenciones de 2025 han beneficiado a decenas de vecinos y han originado redes comunitarias que, según los organizadores, continuarán activas más allá de la finalización oficial de estas actuaciones.
