2020: el año en que redescubrimos los paliativos

Dejamos atrás un año atípico y empezamos el nuevo con una extraña mezcla de incertidumbre y optimismo. Si en algo ha destacado el 2020 es por haber dejado patente nuestra vulnerabilidad e interdependencia, algo que saben bien los 230     profesionales de la psicología, el trabajo social, enfermería, medicina, acompañamiento espiritual y las más de 1.000 personas voluntarias que forman parte de los Equipos de Atención Psicosocial (EAPS) del Programa para la atención integral a personas con enfermedades avanzadas de la Fundación ”la Caixa”. José María Martín, psicólogo del EAPS de Córdoba, nos cuenta cómo ha afectado la pandemia a su trabajo y cómo cree que, al mismo tiempo, también ha ayudado a visibilizar los procesos de final de vida y duelo, y la importancia de los cuidados paliativos. 

Cuando comenzó la pandemia, lo primero que hicieron en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba fue trasladar a los pacientes de la planta de cuidados paliativos a su casa tras una exhaustiva valoración, ya que los servicios se estaban viendo desbordados con afectados por la COVID-19. La planta reunía las condiciones perfectas para instalar a los nuevos enfermos, puesto que casi todas las habitaciones son individuales. “Los siguientes en irnos a casa fuimos nosotros”, dice José María, respecto a lo ocurrido en los primeros días de la primera ola, antes de volver a labores de acompañamiento en los centros.

El EAPS de Córdoba se puso en marcha en el año 2015 y está formado por tres psicólogos y una trabajadora social. Gestionado por la Fundación DomusVi, en el 2020 ha prestado apoyo psicológico, social y espiritual a unos 450 pacientes y a 700 familiares que se encontraban en procesos de final de vida, enfermedades avanzadas o duelo. 

Hombre acompaña a una mujer por un puente bajo una noche estrellada y la luna
Ilustración: Sonia Alins

Normalmente, el equipo desarrolla su trabajo en el domicilio de las personas acompañadas y en los tres hospitales de la provincia: el Reina Sofía, el Hospital Infanta Margarita (Cabra) y el Hospital Valle de los Pedroches (Pozoblanco). Sin embargo, con la llegada de las restricciones y ante la negativa de algunos pacientes a ser visitados presencialmente por miedo al contagio, tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias y ofrecer parte de su apoyo a distancia.

De esta forma, todos los equipos pusieron en marcha protocolos y medios de atención telemática para mantener el acompañamiento tanto a personas en situación de final de vida y a sus familiares como a los profesionales sanitarios, que soportaban una mayor presión asistencial por la pandemia.

“Se creó un protocolo, se activó un call center y empezamos a atender a nuestros compañeros y compañeras. Fue una experiencia muy gratificante porque no solo nos dio a conocer como EAPS, sino que el servicio que prestamos y la repercusión fue fabulosa”. Al cabo de poco tiempo, comenzaron a utilizar también esta herramienta con los pacientes. “La videoconferencia les ha dado un toque más humano a las intervenciones. Es un sistema que, además, creo que ha llegado para quedarse”, asegura. 

Por otra parte, si por algo se ha caracterizado la crisis del coronavirus es por habernos obligado a lidiar con la muerte, tanto a la sociedad en general, como a los profesionales de la salud en particular. “El que trabaja en neumología, por ejemplo, se ha tenido que familiarizar con la pérdida de pacientes. La pandemia ha descubierto lo que son los procesos de final de vida. Nos ha enseñado a coger una mano, a llorar porque se te va una persona, a acompañar en silencio, a gestionar tus emociones… Nos ha servido para naturalizar un proceso al que creemos que nunca vamos a llegar. Pero no conozco a nadie que sea perenne”.

Como consecuencia, los distintos procesos de final de vida a los que se han enfrentado los profesionales de la salud han dado visibilidad a los cuidados paliativos y a los profesionales que trabajan en esta unidad. Aunque, como dice José María, “nuestro servicio era considerado como ‘el patito feo’ de las unidades hospitalarias, donde se derivan los pacientes cuando se considera que no se puede hacer mucho por ellos, y es todo lo contrario; es cuando más se puede hacer por la persona”, comenta José María.

Y añade, “aún existe mucho desconocimiento de la importante labor que desarrollan estos profesionales. Pero esto nos ha ayudado a conocer mejor al paciente, a querer saber cómo acompañarlo, a tomar decisiones en este momento tan delicado. Creo que mucha gente ha tomado conciencia de lo difícil que es, pero también de lo reconfortante que puede llegar a ser para los pacientes. Nos enseñan a vivir, no a morir, y una cosa es tan importante como la otra”.

En este 2020, la Fundación ”la Caixa” ha ofrecido apoyo emocional y espiritual a 56.730 personas en procesos de final de vida y duelo. Y desde que se puso en marcha el programa, en el 2009, ha atendido a casi medio millón de personas en 132 hospitales españoles y más de un centenar de unidades domiciliarias, a través de 44 EAPS. 

“Espero que esta pandemia nos sirva para pasar a un modelo asistencial más humanista, a gestionar mejor los hospitales, sus servicios y recursos. Durante esta crisis no he visto una unidad de COVID-19 y otra de cuidados paliativos: todos hemos hecho paliativos”.

Ilustración: Sonia Alins

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