

POR ANGEL DE CASTRO
“Cuando me levanto todos los días, no dejo entrar al viejo. Mi secreto es el mismo desde 1959: mantenerme ocupado. Nunca dejo que el viejo entre en casa. He tenido que sacarlo a rastras, porque el tipo ya estaba cómodamente instalado, dándome el coñazo a todas horas, sin dejarme espacio para otra cosa que no fuera la nostalgia. Hay que mantenerse activo, vivo, feliz, fuerte, capaz. Está en nosotros, en nuestra inteligencia, actitud y mentalidad. Somos jóvenes, con independencia de nuestro DNI. Hay que aprender a luchar por no dejar entrar al viejo”.
Esa es la respuesta que le dio el admirado y nonagenario actor Clint Eastwood al cantante de country Toby Keith, cuando éste le preguntó que cuál era su secreto para seguir activo y brillante a su edad.
Exacto. Bien hecho y bien pensado. Me quedo con ello.
No tengo nada contra los viejos, ni menos con el viejo que va ya conmigo, pero me niego a ser viejo, si ello me lleva a no tener pasiones, impaciencia, coraje, ganas de hacer el amor haciendo lo que se puede en cada momento del ciclo vital, aunque no sea mucho, y la amistad en toda regla, por eso sigo en el compromiso de seguir teniendo curiosidad, a enamorarme e ilusionarme de lo que estoy haciendo, de lo que más hago, leer y escribir, a querer saber mucho más de lo poco que sé, a abrir nuevos caminos, parir nuevos proyectos, a coordinar mejor los talleres de escritura creativa en los que estoy empeñado y apasionado y no cansarme de dirigirlos, a beber los vientos cuando voy en bici o conduciendo el coche, a seguir haciendo nuevos postres, para saciar al goloso que llevo conmigo a todas partes, y algún otro plato salado ya de paso, degustarlos y compartirlos. -Mi santa no comía nunca postre dulce más que miel últimamente y desde que hice el primer pudín de manzana, hace unos meses, la vuelve loca (no digamos a mí) y se toma el mayor trozo-.
Ah, y poder seguir diciendo como lo vengo haciendo desde hace tiempo, que las mejores épocas de mi vida han sido las décadas de los 50, 60,70, y está siendo la de los 80, por ahora.
Mientras el coco responda, aunque las piernas flaqueen y cien achaques se despierten conmigo cada mañana, me apunto al genial actor y director de cine Clint Eastwood: No dejo entrar al viejo cascarrabias, gruñón, personaje de otro siglo, quejica, malhumorado, sabelotodo, que tiene en la punta de los labios permanentemente el odioso: no valemos para nada o el sonsonete de “qué mal va todo”, cuando es falso y embustero de que todo vaya mal, el que a nadie escucha, porque solo se escucha a sí mismo y da la vara a todo hijo de vecino que se le acerca, etc. etc. Pues eso, que intensa vida, si no larga, al niño, joven y a la persona mayor que llevo conmigo.
Termino con una cita espléndida de Bertrand Russell: “Una existencia humana individual debería ser como un río: al principio, pequeña, estrechamente limitada por las márgenes, fluyendo apasionadamente sobre las piedras y arrojándose por las cascadas. Lentamente el río va haciéndose más ancho, las márgenes se apartan, las aguas corren más mansamente y, por último, sin ningún sobresalto visible, se funden con el mar y pierden, sin dolor, su ser individual”. De alguna manera, final feliz. Y así es.