ÉTICA DE LA CONSIDERACIÓN. Corine Pelluchon

POR Mª JESÚS PRIETO VILLARINO

«Es en la conciencia individual donde la sociedad se juega su destino. Las instituciones más admirables no son más que vestigios si las personas que deben preservarlas no respetan su espíritu y no son capaces de adaptarlas a las circunstancias. Y a la inversa, sin una educación que ayude a desarrollar el espíritu crítico y a tener discernimiento, y sin el concurso de las leyes, los ciudadanos tienen dificultades para orientarse en su vida personal, elegir buenos representantes y ejercer una presión sensata sobre sus gobiernos para que los pongan sobre una trayectoria que lleve a la paz, a la prosperidad y a la justicia.»
Nos dice la autora que, si deseamos que todo el engranaje social funcione bien, debemos conocernos y cuidarnos, con consideración, -“cum” (con) “sideris” (constelación)-, es decir, con tanta atención y estima como se estudia una constelación de estrellas, porque ello redundará en el cuidado de los demás, incluidos todos los seres vivientes de la tierra.
La ética de la consideración que nos propone, parte de la realidad de que vivir significa “vivir de” y “vivir con”. Comemos, habitamos algún lugar, necesitamos cuidados… Cada uno de nuestros actos impacta en los demás seres vivos. Cuando nacemos nos acoge una familia y un mundo antiguo, -natural y cultural-, que se ha de preservar. Nuestras acciones deben contribuir a su cuidado y enlazar nuestra vida con la de los demás, con la biosfera y con futuras generaciones. Quizá no lo hemos pensado lo suficiente.
¿Qué tal si comenzamos por dar importancia a la forma en la que utilizamos los recursos naturales, para legar un mundo habitable?

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